El cultivo
de transgénicos es una cuestión política. Así lo describe Nacho Escartín,
portavoz de Aragón Sin transgénicos, un colectivo que se define por promover alternativas al sistema. Escartín explica: “Somos gente
que cultiva, vende sus poductos a sus vecinos o en el mercado, se guarda las
semilla, rota los cultivos… sabe de campo. Colaboramos entre nosotros y nos
organizamos; es lo que se conoce como soberanía alimentaria".
El concepto fue utilizado con
mayor relevancia desde que 1996 lo empleó Vía Campesina en Roma con motivo de la Cumbre Mundial de la
Alimentación de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La soberanía alimentaria se
establece como el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente
adecuados, accesibles y producidos de forma sostenible y ecológica.
¿Entra en conflicto con el uso
de los transgénicos? ¿El derecho de cada pueblo de decidir su propio
sistema alimentario y productivo pasa por tener la libertad también de elegir usar transgénicos?
La
soberanía alimentaria pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen
alimentos en un sistema por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas.
No
sólo es una cuestión de libertad sino de la defensa de los intereses de unas
generaciones futuras y de autogestión; ya que promete una estrategia para subsistir y hacer que los
sistemas alimentarios pasen a estar gestionados por productores y productoras
locales, no por grandes multinacionales.
¿Es
esto positivo?
En
una situación crítica como la actual, marcada por el desempleo y la pérdida del
poder adquisitivo de la mayor parte de la población, no parece sonar mal una soberanía
alimentaria que de prioridad a las economías locales y coloque la producción
alimentaria, la distribución y el consumo sobre la base de la sostenibilidad
medioambiental, social y económica. Promoviendo un comercio transparente y
garantizando unos ingresos dignos y derechos para los consumidores.
¿Suponen
los transgénicos una relación de opresión entre empresas y productores? ¿Al ser
grandes empresas las que proporcionan estas semillas y cultivos, condicionan la libertad de el
productor y hacen que prime, como siempre, el interés del mercado por encima del social?
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