viernes, 10 de mayo de 2013

La soberanía alimentaria y su relación con los transgénicos


El cultivo de transgénicos es una cuestión política. Así lo describe Nacho Escartín, portavoz de Aragón Sin transgénicos, un colectivo que se define por promover alternativas al sistema. Escartín explica:  “Somos gente que cultiva, vende sus poductos a sus vecinos o en el mercado, se guarda las semilla, rota los cultivos… sabe de campo. Colaboramos entre nosotros y nos organizamos; es lo que se conoce como soberanía alimentaria".

El concepto fue utilizado con mayor relevancia desde que 1996 lo empleó Vía Campesina en Roma con motivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La soberanía alimentaria se establece como el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles y producidos de forma sostenible y ecológica.
¿Entra en conflicto con el uso de los transgénicos? ¿El derecho de cada pueblo de decidir su propio sistema alimentario y productivo pasa por tener la libertad también de elegir usar transgénicos?



La soberanía alimentaria pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en un sistema por encima de las exigencias  de los mercados y de las empresas.
No sólo es una cuestión de libertad sino de la defensa de los intereses de unas generaciones futuras y de autogestión; ya que promete una estrategia para subsistir y hacer que los sistemas alimentarios pasen a estar gestionados por productores y productoras locales, no por grandes multinacionales.

¿Es esto positivo?

En una situación crítica como la actual, marcada por el desempleo y la pérdida del poder adquisitivo de la mayor parte de la población, no parece sonar mal una soberanía alimentaria que de prioridad a las economías locales y coloque la producción alimentaria, la distribución y el consumo sobre la base de la sostenibilidad medioambiental, social y económica. Promoviendo un comercio transparente y garantizando unos ingresos dignos y derechos para los consumidores.

¿Suponen los transgénicos una relación de opresión entre empresas y productores? ¿Al ser grandes empresas las que proporcionan estas semillas y cultivos, condicionan la libertad de el productor y hacen que prime, como siempre, el interés del mercado por encima del social?


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