¿Eres de aquellos consumidores
que miran exhaustivamente el envoltorio de los productos, o correspondes a ese
porcentaje de compradores que pasan por alto dichas indicaciones? Productos
como la patata o el maíz son los protagonistas de éste `código de barras´. Una
serie, en este caso, de palabras que desde la UE
señalan “deben formar parte de las etiquetas de todos aquellos productos que
contengan organismos modificados genéticamente (OMG)”. De esta manera, se
promueve un etiquetado “transparente” que permite a los ciudadanos decidir qué productos
consumir y cuáles no; una normativa que se concentra bajo el término
“trazabilidad”.
Según la última `Guía Roja y Verde alimentos Transgénicos´
publicada por Greenpeace en agosto de 2012, España se provee de estos insumos desarrollados
en países como Argentina o Estados; cultivadores de transgénicos a gran escala.
Hablamos de productos que llegan a nuestras casas, pero que dependen de un
filtro y ése no es más que el propio consumidor.
Una elección que genera,
actualmente, numerosos interrogantes. Como señala Gabriel Fustero de Miguel del
centro nutricionista Fundación Caminantes, “en la actualidad existe un gran
desconocimiento a nivel científico sobre los efectos a corto y medio plazo que
la utilización de transgénicos puede tener sobre la salud humana (…) sin embargo,
lo que se sabe es que éstos organismos sí alteran las características del
entorno; por ejemplo, las poblaciones de mariposas. Alteraciones que podrían
modificar las cadenas alimenticias”.
Gabriel Fustero de Miguel
Muchos son los detractores frente
a ésta técnica de modificación genética en los alimentos. Sus principales argumentos
se basan en la probabilidad de que su aplicación provoque la resistencia de
bacterias orgánicas a algunos antibióticos útiles para el ser humano o,
incluso, reacciones alérgicas. Un impacto que sí es posible observar a corto
plazo sobre la biodiversidad, ya que su implementación en los cultivos provoca
la desaparición de ciertos organismos como: los depredadores naturales de las
plantas o de los insectos encargados de llevar a cabo la polinización.
“Hay una pérdida de soberanía alimentaria”,
destacaba el nutricionista en referencia al monopolio que existe por parte de determinados
productores, y que pretenden “hacerse con patentes de semillas transgénicas que
buscan suplantar a las tradicionales”. Cuestiones económicas, según el
especialista, que se encuentran en manos de “cuatro productoras que pretenden
controlar la alimentación de todo el mundo”.
Como destaca Fustero, “es poco común que los transgénicos lleguen a las verduras que consumimos día a día sino
que se incorporan en productos elaborados”.
Desde “Todo sobre los transgénicos”
te invitamos a echarle un vistazo a la guía de Greenpeace, donde se informa
acerca de aquellos supermercados que en sus productos y/o marcas propias
incorporan transgénicos, los puedes ver aquí.
Y, ahora: ¿Prestarás atención a las etiquetas antes de
comprar?
Es que una cosa es que nos metan los transgénicos sin preguntarnos si nos parece bien o mal, pero que encima nos engañen y no nos lo digan me parece de juzgado de guardia. Luis
ResponderEliminarLas cosas cambian cuando nuestra conviencia sobre el consumo cambia. No hay que caer en el conformismo. Solo si exigimos dejarán de engañarnos. Es una ecuación simple: si pago calidad dame calidad.
ResponderEliminarYo desde hace tiempo solo compro huevos con numeración 0 ó 1. Es muy fácil de encontrar, solo te costará 3 segundos (lo que tardas en abrir la huevera y comprobarlo). http://es.m.wikipedia.org/wiki/Etiquetado_de_huevos
Felicidades por el blog!